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Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 3-49, ISSN 2518-8674
observables en diferentes niveles institucionales y no institucionales, no
representan una coincidencia. De hecho, los procesos históricos muestran
una relación asertiva entre las élites tradicionales y el Estado, así como sus
intenciones de perpetuar la dominación social, aumentar sus estrategias de
acumulación y capturar rentas. Como lo señala Briscoe:
Diversos casos develan situaciones en las cuales el hecho de que funcionarios
públicos incursionen en negocios ilegales no es solamente una po sibilidad
tentadora para ciertas “manzanas podridas” dentro del aparato estatal, sino
el legado intrínseco de Estados históricamente autoritarios o cómplices de
la criminalidad y de ciertos cambios estructurales o modernizantes dentro del
Estado (...)
80
.
Agregando elementos a este nexo con la tradición de gobiernos arbitrarios
en Latinoamérica, Pearce
81
señala el surgimiento de una particular y
«perversa» forma de Estado, en la que las élites deciden no contribuir
al establecimiento de un monopolio alrededor de la violencia. Como
resultado, Pearce ve al Estado como un jugador clave que:
Contribuye activamente a la violencia, transmite y reproduce activamente la
violencia, a veces a través de sus propios actos, a veces a través de la complicidad
con los actos violentos de otros y a menudo a través de negligencia criminal al
ceder espacios para expresiones privatizadas de violencia
82
.
De esta manera, la violencia se convierte más ampliamente en un factor
crucial para estructurar relaciones en la sociedad y las élites priorizan
la preservación de su exclusivo estatus social sobre concesiones hacia
instituciones con un grado de imparcialidad, que en algunos aspectos
podrían escapar a su control.
Las consideraciones de Pearce así como de la literatura que explora la
cooptación del Estado, aumentan el escepticismo levantado en secciones
previas con relación al rol de las élites en los procesos para generar sociedades
con mayor igualdad y democracia. Históricamente, los patrones arbitrarios
y de cooptación han sido parte de los mecanismos de las élites para
estructurar órdenes sociales a lo largo de los diferentes periodos coloniales y
80 Briscoe, «Evolución histórica de los nexos entre política», 42.
81 Jenny Pearce, «Perverse state formation and securitized democracy in Latin America»,
Democratization 17, núm. 2 (2010): 286-306.
82 ibid., 295.