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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 217-228
Esta declaración establece lo que consideramos la definición inicial de nuestros
derechos en relación a la Vida, de la Madre Tierra, Territorio y Agua, los que serán
utilizados como instrumentos de lucha y acumulación de fuerzas.
Con esta declaración rendimos homenaje a las comunidades y pueblos originarios,
organizaciones y colectivos, mujeres y hombres que participan en las luchas
populares, sindicales, de las mujeres, la juventud, de los diversos sectores de la
sociedad, en la resistencia al neoliberalismo y en las miles de movilizaciones y
protestas por la defensa del territorio y contra el modelo extractivo, las cuales nos
dan ejemplo de valentía y compromiso por construir una sociedad libre y justa.
Damos este paso porque el Estado no nos representa, no busca el bien común
y ha caído en ilegalidades; porque la mayoría de los que están al frente de estos
organismos han llegado a sus cargos, no por sus propuestas o su trayectoria al
servicio de la sociedad, sino por la corrupción o sus alianzas y subordinación a los
que se enriquecen del trabajo del Pueblo.
La aprobación de leyes que no benefician al pueblo, por parte de diputados y
diputadas de derecha, el que se cambien de un partido a otro, al ponerse al
servicio de quienes se han enriquecido a costa de las grandes mayorías, su
corrupción y ambición personal, su incapacidad de responder a las demandas de
quienes votaron por ellos, así como su responsabilidad en la selección de jueces
y cortes corruptos que dan como resultado un sistema judicial que ha hecho de la
impunidad e injusticia su norma de funcionamiento, les quita cualquier capacidad
para hacer leyes.
La mayor parte de la riqueza que se produce en Guatemala, sale de la explotación
de seres humanos y la naturaleza y beneficia a los grandes empresarios nacionales
y extranjeros; para ellos, la Madre Tierra y los bienes comunes son objetos a los
que hay que exprimir, sin importar las consecuencias para el presente y futuro;
la imposición de esta forma de producir riqueza, muchas veces es con violencia
en contra de comunidades y colectividades. Los efectos sobre el agua, aire,
bosques, suelo y la biodiversidad ponen en peligro la continuidad de la Vida para
las actuales y futuras generaciones; por eso la profundización de la pobreza,
desigualdad y la concentración de la riqueza y poderes en pocas manos, así como
la ausencia del respeto a los derechos económicos, sociales y culturales de la
mayoría de la población y el peligro que representan esas actividades extractivas,