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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 215-216

colectivos de distinta procedencia; decidieron instituirse como un sujeto 
articulado que se dota de un conjunto de principios y derechos para defender 
la vida, el agua y el territorio. Pero además, un sujeto que se descentra de 
su carácter antropocéntrico para reconocer que la Madre Tierra también 
tiene derechos, que finalmente entiende que su relación sinérgica con las 
plantas, animales, aguas, suelos, montañas y valles es esencial para salvarse 
mutuamente de los embates del capitalismo.

Este documento es un histórico decreto popular de los marginados para 
que se cumpla desde las comunidades, los pueblos, las organizaciones y 
autoridades ancestrales –como se afirma en el texto–. No es una dádiva 
producto de diálogos, negociaciones y condicionamientos entre los 
gobiernos y los poderes locales y globales. Es un escrito fundamental, 
contrario a los intereses del capital, de cualquier clase o grupo social local 
o externo, que pretenda –con falsos discursos de desarrollo y modernidad, 
y con acciones represivas– privarnos de estos derechos.

La Declaración de los Pueblos de Iximulew sobre los derechos a la vida, a la 
Madre Tierra, al territorio y el agua que aquí se presenta, constituye además 
un instrumento para que la sociedad guatemalteca tome conciencia, lo 
asuma y enriquezca. Es una herramienta para que todas y todos caminemos 
juntos, repensando y construyendo un Estado nuevo que haga cumplir de 
forma imperativa, por razones vitales e intereses comunes, esta declaración.

M

ario

 S

oSa

 V

eláSquez

Investigador del Instituto de Investigación y 

Proyección sobre el Estado (ISE)

Universidad Rafael Landívar