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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 179-213
Estos son los planteamientos del pueblo indio y que se inscriben dentro
de un claro proceso de descolonización. Corresponde ahora a los dirigentes
revolucionarios, de cualquier condición étnica, la responsabilidad de apoyarlos
y asumirlos en su justa dimensión, de enmarcarlo dentro de la perspectiva
socialista, o bién de continuar ignorándolos, reprimiéndolos, caricaturizanlos.
En todo caso, sea cual fuere su resolución, el pueblo indio mantendrá sus
reivindicaciones nacionalistas a pesar de que se instale en el país un modo
socialista de organización socio económica; y desde luego, rechazan desde ahora
el calificativo de “contrarevolucionarios” que se les pueda hacer para entonces.
Porque los indios consideran que el socialismo no se reduce solamente a la
socialización de los medios de producción, sino también a la de las estructuras
estatales. Porque también consideran que el socialismo no consiste en socializar
modos particulares de vida y en estandarizar caracteres nacionales determinados,
sino en el reconocimiento y expresión libre de dichas diferencias de carácter. El
modo de pensamiento socialista del pueblo indio difiere del modo de pensamiento
socialista del pueblo ladino.
Lo dicho anteriormente se debe a que actualmente, tal como van las cosas,
se observa que los revolucionarios indios simpatizan más por un “socialismo
autogestionario” porque es el modelo de organización que satisface sus
aspiraciones autonomistas, mientras que los revolucionarios ladinos, se inclinan
más por un modelo de “socialismo centralista y burocrático” porque es el que
les permite salvaguardar sus intereses coloniales establecidos. Estas diferencias
de concepción del socialismo en función de la condición étnica hacen que la
percepción del pueblo indio sobre el proceso revolucionario “chapín”, sea a la vez
de confianza y de duda:
—
De confianza porque los cambios socioeconómicos que se anuncia son más
que pertinentes.
—
De duda porque los consecuentes cambios políticos administrativos y
culturales que deberían acompañarlos brillan por su ausencia o se anuncian
en sus aspectos marginales e intrascendentes.
Además, aunque los cambios en el dominio nacional se anunciaran
correctamente, hay hechos que recomiendan tener siempre recervas en cuanto al
orden nacional que imperará después del triunfo de la revolución guatemalteca: