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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 179-213

comunidades componentes (Suiza y Australia en el campo capitalista, Yugoslavia 
y Checoslovaquia en el campo socialista).

Esta regla de la ineficacia del bilingüismo y multilingüismo generalizado o 

semifederal es también válida para las sociedades socialistas. En ella se constituye 
también cierta estratificación social y nacional que tiene repercusiones en el uso 
y valor social de las lenguas de sus comunidades componentes. Por eso es justo 
mencionar lo errado que está la tesis de Stalin que asevera que “no hay lengua de 
clase sino simplemente utilización de clase de la lengua”. Su tesis es válida para 
situaciones monolingües donde puede haber incluso cambios de infraestructura 
sin cambios de lengua, pero no para situaciones multilingües donde el orden 
lingüístico imperante es producto de la estratificación social y nacional imperante. 
Porque en esas situaciones, la lengua dominante sirve de instrumento de opresión 
y de defensa de intereses de la clase y comunidad dominantes que lo hablan. 
Este es caso de Guatemala con el Castellano. Aquí, aquellos que sostienen la 
tésis de la “ausencia de caránter de clase de la lengua” busca escamotear la 
cuestión de las nacionalidades en el país. Buscan sobre todo salvaguardar de 
hecho el carácter ladino y ladinizante del Estado guatemalteco bajo la apariencia 
de salvaguardar la unidad del país. 

Por estas razones la solución federalista, entendida en el sentido de 

“instituciones políticas, culturales y económicas para cada comunidad” y no 
limitada a la división en comunidades culturales o regiones lingüísticas, o a la 
generalización del bilingüismo o multilingüismo, es la que se impone. Es la única 
fórmula capaz de dar duradera estabilidad política ya que equilibra y armoniza las 
relaciones entre los pueblos: ni abasallamiento o separatismo total para los indios, 
ni hegemonía o indianización para los ladinos. 

Todo esto que se expone conduce a concluir que la solución federalista es 

la que se perfila como viable y aceptable para las comunidades mayoritarias 
del país. De adoptarse dicha solución, Guatemala sería un Estado Federal con 
diversos grados de gobierno independiente. Estaría constituida de dos Repúblicas, 
cada una gozando de autonomía legislativa y administrativa en los campos 
económicos, cultural y político; y compartiendo responsabilidades comunes, tal 
vez en los campos militar, financiero y de política exterior. Los ladinos tendrían 
la nacionalidad criolla y los indios, la nacionalidad Maya: y ambos tendrían la 
ciudadanía guatemalteca. La unidad del país estaría asegurada por los pactos y