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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 161-173
Con este pensamiento mio coincidieron el del Gobierno y el del club “La
Democracia” de Guatemala, así como el de la Comisión nombrada para intervenir
en los asuntos de la Exposición, todos los cuales, deseosos de que ésta se
celebre debidamente, excitan para un certamen literario á los escritores de Centro
América, y ofrecen un premio “al mejor proyecto que se presente para civilizar á
los indios”.
Amante como soy de esa raza desgraciada, y americano de corazón, me propongo
tomar parte en el torneo sin juzgarme escritor y sin aspirar a premio, porque ni soy
la primero, ni merece lo segundo este débil ensayo. Pero; cómo resistir el deseo
de contribuir á que se rasgue el velo tenebroso que cubre la inteligencia de esos
seres desventurados? Cómo negar mi concurso á la felicidad de la América, de
esta tierra bendita, patria de nuestros mayores, objeto de nuestro culto, sobre la
cual ha derramado el Creador sus incomparables beneficios?
Hijo de la experiencia, de la meditación y del buen deseo, mi trabajo puede servir
de base á otros de mas elevado vuelo, y, si sólo eso consigo quedarán satisfechas
mis aspiraciones.
Fácil es proponer: la dificultad está en ejecutar y tener éxito. Hay que luchar
desde luego con un grande obstáculo, la resistencia que oponen los indios á
todo lo que tiende a producir un cambio en su modo de ser: Viven apegados á
sus costumbres, están conformes con su suerte, y no pretenden más de lo que
tienen: pudiera decirse sin ser exagerado que, con ligeras diferencias, los indios
de hoy son iguales á los que encontraron los conquistadores en los pueblos más
atrasados del continente y de las islas.
Si oponen resistencia á todo lo que tiende a producir un cambio en su modo
de ser, debemos confesar que no les falta razón para ello. Todo cambio de esta
clase tiene que hacerse en nombre de la civilización, y la civilización significa para
ellos la barbarie, porque en su nombre sufrieron sus abuelos esclavitud, despojos,
maltrato y exterminio.
Necesario es por consiguiente, convencerlos de lo contrario, haciéndoles ver
los beneficios de la civilización, y persuadirlos á que entren como factores de
la misma, y del mejoramiento del país en que viven. Por fortuna, los indios, en
general, son de naturaleza dulce y pacífica, y el éxito no es imposible si la obra