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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 109-120

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más profundo como perder la identidad, y una persona sin identidad se ve 
inmersa en una crisis.

Otra de las formas de resistencia para quienes conocen todo el significado 
que suponen los tejidos es no permitir la desvalorización del uso del traje, 
haciendo creer que cambiarlo por un vestido es más elegante y que da más 
prestigio, pues el tejido maya es elegante y también da prestigio a la mujer. 
Como se ha dicho, no solo es elegante sino forma parte de su identidad y es 
una expresión de la cosmovisión, por ese motivo los tejidos no se prestan 
para adornar oficinas u otros espacios y ser vistos con fines folclóricos, ya 
que el folclorismo es una ofensa y una falta de respeto. Los tejidos mayas 
no están hechos para esos fines.

El arte de tejer para una mujer maya no es un pasatiempo sino es parte de 
su ser mujer; además, es para su propio uso. Son prendas hechas por sus 
manos, con lo cual también aporta a la economía del hogar. La tejedora 
que vende sus tejidos espera que se le regrese lo que invirtió; sin embargo, 
muchas veces no es reconocido ni valorado el tiempo y todo lo que implica 
la elaboración de un huipil.

La desvalorización de los tejidos se observa en los mercados cuando se 
quiere adquirir uno y se pretende que se venda al precio más bajo sin 
importar el arduo trabajo que ha habido detrás. Nunca es pagado el valor 
real y esto también le resta a su valor profundo y real.

Muchas tejedoras enfrentan el problema de la intermediación de terceras 
personas respecto a la adquisición de los tejidos, estas personas los 
consiguen a precios muy cómodos para luego exponerlos y venderlos a 
precios más altos, ya sea el doble o el triple dependiendo del punto de 
venta, si es en el país en tiendas de prestigio, o se los llevan al exterior. 

Actualmente se mercantilizan y folclorizan los tejidos al exponerlos en 
vitrinas, puestos sobre un maniquí o convertirlos en bolsas y cojines. 
Ese tejido convertido en otro uso sí es valorado, es hermoso, es de alto 
costo, pero lamentablemente ha perdido su significado original, y lo más 
indignante es que la mujer que lo ha elaborado y que lo lleva puesto es 
invisibilizada, desvalorada, discriminada y no recibe reconocimiento por