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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 93-106

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transformarla. La consciencia de la contradicción no aspira jamás a encerrar 
el mundo a la manera de un destino

12

, al contrario, si logra hacerse dialéctica 

se constituirá como apertura práctica histórica del mundo

13

.

2. Imagen dialéctica y la revolución como discontinuidad

Si queremos mantener y actualizar las promesas de liberación propias de 
la dialéctica, es necesario elaborar una crítica de su forma hegeliana. Sobre 
todo esta crítica debe saber reconocer los grandes aportes de Hegel al 
pensamiento filosófico y también encontrar las perspectivas, generalizaciones 
y subsunciones propias de su dialéctica idealista. Anteriormente habíamos 
mencionado el carácter conceptual de su dialéctica, la subsunción de lo no 
conceptual, su línea de progreso ineluctable y su reconciliación idealista con 
la realidad del mundo. Sin embargo, el gran aporte de Hegel al pensamiento 
filosófico ha sido la mediación de los contrarios, de los extremos a través del 
movimiento que surge del carácter contradictorio entre el sujeto y el objeto.

Ahora bien, si la dialéctica puede sobrevivir después de Hegel debe cambiar 
radicalmente su manera de comprender al ser humano y su historia. Primero, 
una dialéctica liberada de su forma plenamente conceptual debe incorporar 
lo no conceptual en la reflexión de la relación sujeto/objeto. Luego, esta 
dialéctica debe encontrar el carácter mediatizado del objeto así como 
también del sujeto. De la misma manera, este proceso reflexivo no puede 
mantenerse en la crítica inmanente del origen conceptual de un concepto, 
sino también debe abrirse en el análisis de las condiciones conflictivas en las 
que se encuentra situado el sujeto y el objeto en un contexto determinado, 
es decir, la historia

14

.

12 Michel Foucault considera que la dialéctica ya no es importante en el contexto contemporáneo, 

ya que necesita constatarse en la contradicción y la negación, en una posible síntesis de 

contrarios. Más bien propone : “[…] liberar la diferencia […] sin contradicciones, sin 

dialéctica, sin negación”. Michel Foucault, Theatrum Philosophicum, 42, citado en Alberto Bonnet, 

“Antagonismo y diferencia: la dialéctica negativa y el posestructuralismo ante la crítica del 

capitalismo contemporáneo”, en Negatividad y revolución: Theodor W. Adorno y la política, ed. por 

John Holloway (Buenos Aires: Herramienta, 2007), 32, 33.

13 Adorno, Métaphysique, 112. Bloch, L’Esprit de l’utopie, 250.

14 Uno de los primeros pensadores que se dio cuenta de la necesidad del análisis histórico material 

en la dialéctica fue Karl Marx. En sus obras de juventud (Los manuscritos de 1844 y La ideología 

alemana) Marx criticó la costumbre de la filosofía hegeliana de desvanecer la historia humana bajo 

el pretexto de buscar el camino histórico del Espíritu objetivo. Después de haber hecho estas 

críticas, Marx abandonó la escritura de la filosofía porque la consideró demasiado especulativa 

e idealista. A partir de 1848, los temas de sus análisis serían más bien la política y la economía.