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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 93-106
Para aquel a quien en todo bien le va bien, es fácil ser bueno. […] ¿Sufrimos acaso,
podremos encontrar la salvación, acaso nos resta algo de inmortalidad en nuestra
existencia humana individual? De todo esto, el concepto no se preocupa. Porque el
pensador deja la condición humana, nos abandona en lo peor y sale orgullosamente
de una existencia que concierne tan poco al interés de la abstracción
9
.
El concepto no tiene hambre, no siente el frío ni le teme a la guerra. No
obstante la dialéctica hegeliana supo concebir las contradicciones del
mundo, aunque haya sido solamente con relación a la conciencia y de
manera idealista. La autoconciencia en Hegel constata las contradicciones
en su relación con el objeto, lo que Hegel llamó “conciencia desgarrada”
en su Fenomenología del espíritu
10
. Esta conciencia desgarrada es primordial
ya que demuestra una diferencia radical entre la conciencia y el objeto.
Dicho de otra forma, desde la conciencia desgarrada el mundo no tiene
la razón, es decir, el mundo no es una realidad positiva en la cual el ser
humano encuentra su esencia ya dada. La contradicción entre sujeto y
objeto se establece como el punto fundamental de la dialéctica, ya que
implica una actividad humana para hallar la identidad, sea encontrando
la salvación a través del concepto y en el concepto –lo que Hegel hizo
con el saber absoluto–. O bien buscando los orígenes de la escisión en
la mediación de lo conceptual y lo no conceptual, es decir, reflexionar
y actuar prácticamente para construir realmente la identidad humana, la
“Patria de la identidad”, según Bloch
11
.
Para Adorno, la dialéctica se presenta como el único pensamiento capaz de
penetrar la escisión sujeto/objeto, concepto/objeto; además, puede madurar
hasta convertirse en la consciencia de la humanidad en su camino de liberación
concreta. Pero al contrario de la dialéctica hegeliana, la dialéctica materialista
–en tanto que mediación entre el concepto y el no concepto– debe superar
constantemente su carácter plenamente conceptual. El concepto debe llegar
al punto en el que se mueva prácticamente hacia la transformación del mundo,
la voluntad humana que se inserta en la contradicción para reflexionarla y
9 Ernst Bloch. L’Esprit de l’utopie (Paris, Gallimard, 1989), 219-220. Subrayado y traducción propia
de la edición francesa.
10 “En cambio, la consciencia desgarrada es la consciencia de la inversión, y además de la inversión
absoluta […]”. Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Fenomenología del espíritu (México: FCE, 2003),
308. La inversión del mundo en Hegel es un tema complicado; aquí nos enfocaremos solamente
en mostrar las contradicciones entre la dialéctica hegeliana y su relación con lo no conceptual.
11 Ernst Bloch, El principio esperanza [3] (Madrid, Trotta, 2007), 510.