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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 93-106
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En Hegel, el pensamiento se hace consciente de sí mismo en tanta
subjetividad que quiere liberarse. Esta determinación es fundamental ya
que establece una relación de conocimiento entre el concepto y el objeto.
Sin embargo, se muestra una escisión entre el concepto y el objeto que
debe ser superada allí donde los dos lados constituyen el movimiento
de clarificación o de autoconciencia. Un objetivo primordial de la
dialéctica hegeliana es mostrar el desarrollo progresivo de la percepción,
la conciencia y, finalmente, la autoconciencia en el saber absoluto. Este
movimiento progresivo de la consciencia y del objeto alcanza su identidad
en el momento en que la conciencia se hace autoconciencia, dicho de otro
modo: “[…] es el movimiento de la superación de la diferencia entre saber
y verdad, sólo a cuyo final surge la total mediación de la misma, la figura
del saber absoluto”
7
.
En la dialéctica hegeliana, el concepto se establece como el objeto por
excelencia de la consciencia, es decir, el pensamiento se vuelve el objeto
preferido del pensamiento
8
. Anteriormente habíamos hecho la referencia
a la manera como el pensamiento conceptual subsume lo no idéntico a
través de una superación progresiva de lo no conceptual. Haciendo esto, la
dialéctica hegeliana crea la identidad sujeto/objeto, concepto/objeto, pero
solamente después de haber sacrificado el carácter específicamente no
conceptual del sujeto y del objeto. El movimiento totalizante del concepto
puede así llegar a interpretar la realidad como racional solamente después
de haber olvidado las experiencias y las situaciones no idénticas. Pero, ¿qué
pasa si olvidamos el dolor y el hambre como expresiones tangibles del
carácter no conceptual del ser humano y de su realidad histórica?
En este punto, Ernst Bloch remarca el límite de la filosofía para expresar
conceptualmente el dolor y la miseria del ser humano:
7 ibid., 19. Esta idea la encontramos a su vez en los manuscritos parisinos de 1844 escritos por
Karl Marx. En la tercera parte de estos escritos el autor analiza y critica la dialéctica hegeliana
allí donde el objeto de la conciencia se convierte en la autoconciencia. Marx lo describe de
la siguiente manera: “La idea esencial es que el objeto de la consciencia no es más que la
autoconciencia o que el objeto es la autoconciencia objetivada, la autoconciencia en tanto que
objeto”. Karl Marx, Manuscritos de economía y filosofía (Madrid: Alianza, 2003), 188.
8 “[…] en el más alto nivel del pensamiento, sujeto y objeto coinciden, como más tarde en el
idealismo absoluto. Esto significa que lo pensado y el pensamiento deben ser la misma cosa”.
Adorno, Métaphysique, 144.