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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 71-91

revolucionario), entendiendo por tales fundamentalmente las ciencias 
físico-naturales, que luego serían llamadas positivas, con el componente 
de la racionalidad matemática como rasgo sustancial. Porque las ciencias 
ganan a las humanidades y estas no dejarán de sufrir humillaciones y 
limitaciones desde que se iniciara la Revolución (así como sus principales 
exponentes, como Chateaubriand y madame de Staël, que han de exiliarse; 
Baumarchais, que es encarcelado; Chénier, que es decapitado). La ciencia 
positiva (el adjetivo lo empleará Saint-Simon por primera vez iniciado 
el nuevo siglo) toma el poder llevada por el “éxito publicitario” de la 
Ilustración, siguiendo un itinerario –típicamente positivista– que, de nuevo 
magistralmente, Serres marca así: “La sociedad se consagra a la razón, la 
razón se abandona a las ciencias, y las ciencias expulsan a las culturas. 
Lo universal se impone a lo particular”

12

. El espíritu –y el sistema– de la 

Enciclopedia, hecha de hombres y no de libros, hace que el saber se reúna, 
se reconozca y se relance con poder propio (durante la Revolución, según 
Serres, este saber será el equivalente a un consejo de ministros).

El positivismo que marca la época es gestado por la Ilustración, sin duda, 
pero al mismo tiempo va convirtiéndose en una parte integrante del 
movimiento romántico que –afrontando una contradicción más aparente 
y tópica que real– surge en gran medida como reacción al exceso de 
racionalismo del periodo ilustrado. Pero es evidente que presenta rasgos 
típicamente románticos y, así:

La tendencia propia del positivismo a identificar lo infinito con lo finito, a considerar 
lo finito como revelación y realización progresiva de lo infinito, es transferida y 
realizada por el positivismo en el seno de la ciencia. Con el positivismo la ciencia 
se exalta, se considera como única manifestación legítima de lo infinito y, por 
ello, se llena de significación religiosa, pretendiendo suplantar a las religiones 
tradicionales

13

Es a este positivismo social, surgido en la coyuntura histórico-intelectual de 
la Revolución, al que pertenecen el pensamiento y la obra de Saint-Simon, 
así como de sus primeros seguidores, incluyendo de manera especial a 
Comte. Sin embargo París no será, pese a su magnetismo y a su alto grado 
de condensación científica:

12 Serres, “Paris 1800”, 385.

13 Concha Aguilera, coord., Historia del pensamiento, vol. 5 (Madrid: Sarpe, 1988), 129.