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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 71-91

A partir de los científicos, ingenieros y sociólogos politécnicos, y de esta 
profunda reflexión sobre la ingeniería y la reforma social que es estimulada 
dentro de la institución, la teoría sobre la sociedad se va abriendo camino 
hacia la sociología como una disciplina científica plenamente emancipada 
y eminentemente programática y constructivista

40

. Con mayor o menor 

simultaneidad, al desarrollo de esta incipiente sociología en Francia 
corresponde –sobre supuestos bien distintos– la aparición y el dominio 
de la economía política liberal en Inglaterra. Así, al objetivo de control 
del Estado por el espíritu y la acción de los politécnicos, que lo necesitan 
para reformar la sociedad, se opone, radicalmente, el empeño limitador 
que sobre este poder (y sobre la política en general) muestra la economía 
política, de factura netamente liberal, como principio esencial, en realidad 
constitutivo. La tradición politécnica y sansimoniana consideró la sociología 
como un saber alternativo a la economía política y al pensamiento 
liberal, por considerarlos “individualistas, disgregadores, insolidarios, 
inexplicativos y centrífugos, incapaces de vertebrar la unión de la sociedad 
y la materialización final del consenso político y social”

41

La sociología naciente, señala Cortés, fue mucho más estricta y ambiciosa, 
desde el punto de vista metodológico, que la economía política, laxa y 
un tanto indiferente al interpretar las interrelaciones de los hombres en 
sociedad. Frente al intento de la sociología de trasladar el macrocausalismo 
de la ciencia y del universo a la sociedad, la economía política mostraba 
un acusado sesgo atomista o psicologista, erigiéndose en baluarte de la 
ley y el derecho naturales. La sociología, ambiciosa e incluso pretenciosa, 
se mostraba como llevada por la tentación holística y omnicomprensiva, 
siempre basada en la observación y en los hechos positivos (lo que la llevó, 
con el tiempo, a una actitud retrógrada, más que conservadora)

42

. Y mientras, 

la economía resultó evidentemente desatendida por los politécnicos, pese 
a los prestigiosos precedentes de Cantillon, Turgot y Le Say, y a la defensa, 
en algunos casos, de las bondades del laissez-faire fisiocrático, compatible 
con la libre competencia y la división del trabajo; pero en general esta 
libre concurrencia será considerada como un obstáculo al desarrollo 
industrial por su “carácter anárquico, entrópico y esencialmente belicista y 
licantrópico”, en expresión de Saint-Simon

43

40  Cortés, La École Polytechnique, 54.

41  ibid., 109.

42  ibid., 234.

43  ibid., 225. Saint-Simon llegará a considerar la libre competencia como un “estado de guerra”.