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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 71-91
La concepción politécnica de la sociedad, dirá Cortés, consiste en “un
organismo que evoluciona y se adapta a los nuevos tiempos y a los nuevos
retos. El nuevo orden, basado esencialmente en el incipiente y creciente
desarrollo industrial, según los sociólogos politécnicos permitirá reunir el
mundo de las ideas (la metafísica) y el mundo real (la materia) a través de
la ingeniería social”
32
. De ahí que sea en la Politécnica donde se produce la
génesis del pensamiento llamado politécnico y del positivismo posterior,
convirtiéndose en un hito capital en la historia de la ingeniería, de la ciencia
aplicada y, por supuesto, de la historia de los reformadores e ingenieros
sociales, así como del pensamiento sociológico
33
. Así se convierte, dada esa
“mixtura coherente” de intereses formativos y científicos, en una institución
clave para entender numerosos problemas y situaciones que relacionan
ingeniería con sociología, entre los que no es el de menor importancia el del
medio ambiente
34
. Porque esa matematización del mundo y de la ciencia,
a la que tan fervientemente aspiraban los politécnicos, impondrá altísimos
costes por las repercusiones que acabará teniendo en la naturaleza, la vida
y la sociedad (y que desde mediados del siglo XVIII, con las críticas de
Rousseau a la ciencia y la técnica, ya se van percibiendo). Este pensamiento
politécnico es hijo de la:
Era de la epifanía de la figura redentora del ingeniero, con su halo místico, casi
clerical y fáustico […]. El sociólogo y el ingeniero, una vez trasladado de éste a aquél
el espíritu fáustico-mefistofélico, serán los dos grandes intérpretes de la sociedad-
fábrica que empieza a vislumbrarse, como una auténtica utopía, a principios del
siglo XIX, y cuyos efectos llegan, sin lugar a dudas, hasta nuestros días
35
.
Además, y como consecuencia, los científicos e ingenieros politécnicos
llegaron a constituirse, de hecho, “en una casta, en un sacerdocio y en un
apostolado de raigambre cuasi masónico, y a lo largo de toda la historia de
la institución se ha hablado de un espíritu o un genio politécnicos”
36
.
32 ibid., 230.
33 ibid., 53.
34 Estas relaciones conforman un paradigma, por cierto, de la quiebra e incapacidad de ambas
áreas de conocimiento ante un problema sustancial y trascendente como es el ambiental, no
percibido en su verdadera dimensión en el momento histórico que analizamos. Un relato
ambiental de la relación histórica entre ciencia/tecnología y sociedad puede encontrarse en
Pedro Costa Morata, “Repercusiones ambientales de las revoluciones científica y técnica”, XVII
Reunión científica para alumnos de enseñanza secundaria, Villafranca de los Barros (Badajoz, España),
Colegio de Jesuitas San José, 2013.
35 Cortés, La École Polytechnique, 164.
36 ibid., 54. De hecho, cuatro de los fundadores de la Politécnica –Monge, Berthollet, Fourcroy y
Hassenfratz– eran francmasones.