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Revista Eutopía, año 1, núm. 1, enero-junio 2016, pp. 3-24
J
uan
B
lanco
c
ultura
:
punto
de
partida
del
diálogo
intercultural
México imaginario)– y como expresión del reconocimiento de la existencia
de la civilización mesoamericana
42
–civilización que ha sobrevivido a la
ignominia, el rechazo, la explotación y exclusión por parte del México
imaginario (angloeurocentrista), el cual busca imponer su propio proyecto
civilizatorio–. Para Bonfil Batalla
43
:
El pluralismo no sería entendido como un obstáculo a superar sino, más bien,
como el contenido mismo del proyecto […]. La diversidad cultural no sería
reconocida simplemente como el punto de partida, sino, por el contrario, como la
meta central del proyecto. El intento consistiría en promover el desarrollo de una
nación multicultural […].”
La “nación multicultural”, al erigirse como la alternativa al indigenismo
integracionista y su proyecto de nación homogénea, propiciaría la
convivencia entre culturas diversas sin el riesgo de ser invisibilizadas o
anuladas. Esta convivencia, con todo, parece ser posible a partir del recíproco
distanciamiento de las culturas implicadas. Una visión aún esencialista de
la cultura y, como consecuencia, una interpretación bipolar de la sociedad
mexicana –el conflicto entre el México profundo (auténtico) y el México
imaginario (alienado)– determinan la perspectiva teórica de Bonfil Batalla.
La oposición de estas matrices civilizatorias –mesoamericana y occidental–
supone la inamovible constitución de los elementos conformantes de las
culturas en conflicto. Para Bonfil Batalla, la cultura es la expresión de la
combinación coherente y armónica de al menos cinco componentes: 1)
“elementos materiales”, entre los que puede estar incluido el territorio; 2)
“la organización social”; 3) “los conocimientos heredados”; 4) “elementos
simbólicos”, entre los que se encuentran la referencia a un origen común,
la lengua, etc.; y 5) “elementos emotivo-subjetivos”. Componentes que
permiten a los individuos identificarse con el grupo y al grupo reconocer
a sus miembros, dando origen con ello a la identidad cultural y, como
consecuencia, a la constitución de las fronteras del grupo étnico
44
. Estos
componente se dividen, a su vez, en elementos culturales “propios”
–sobre los que el grupo tiene pleno control y es capaz de producir y
reproducir, los que a su vez establecen “la base mínima indispensable para
el funcionamiento y continuidad del grupo”
45
– y elementos culturales
42 Bonfil Batalla, México profundo, 174-175.
43 ibid., 166.
44 ibid., 20-21. Bonfil Batalla, “La teoría del control”, 170-172.
45 Bonfil Batalla, “La teoría del control”, 176.