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Conversa

Es ese ejercicio que nos conduce 
a ser y decidir primero por otros y 
para otros, a sabiendas que también 
nosotros recibiremos el beneficio de 
esa priorización.

Los procesos de inclusión en la edu-
cación se han relacionado a lo largo 
de los últimos ciento cincuenta años 
con la atención de niños y niñas di-
ferentes a la mayoría. Vergara (2002), 
en su artículo Marco histórico de la 
educación especial
 menciona que al 
inicio del siglo XX empieza una trans-
formación educativa marcada por 
dos eventos relevantes en el camino 
hacia la inclusión; el primero en 1901, 
con la inauguración de la escuela de 
Ovidio Decroly para retrasados y 
anormales, en Bruselas, Bélgica; y el 
segundo, en 1906, tras la apertura de 
la primera Casa dei Bambini (para ni-
ños pobres y con problemas), de Ma-
ría Montessori, en Roma, Italia. Am-
bos eventos y otros que les siguieron, 
recibieron apoyo y críticas severas 
por las innovaciones implementadas. 
Aun así, fueron prácticas educativas 
que en el transcurso de las décadas 
se replicaron en otros países, inclui-
do el nuestro, en los que a la fecha 
son insuficientes, pues como afirma 
la Unesco (2017), se necesita atender 
todas las formas de exclusión y mar-
ginación, pues «entre los estudiantes 
excluidos figuran los de los hogares 

más pobres, de las minorías étnicas y 
lingüísticas, de los pueblos indígenas 
y las personas con necesidades espe-
ciales y discapacidades» (p. 12). La in-
clusión en un campo involucra simul-
táneamente la participación de otras 
esferas. Así, una educación inclusiva 
requiere también procesos de inclu-
sión en las áreas de salud, actividad 
laboral, terapias reeducativas, tera-
pias de rehabilitación, y otras. Es un 
proceso que requiere la innovación 
en cada espacio que se ocupa.

La innovación no implica necesaria-
mente propuestas pomposas o en 
grandes dimensiones. A veces se ma-
nifiesta en eventos cotidianos e im-
perceptibles para muchos, pero de 
gran significado y valor para quienes 
los observan y participan de ellos. Por 
ejemplo, el valor que cada niño de 
preescolar le da al hecho de ver a su 
maestra jardinera acercarse a su lugar 
de trabajo, agacharse o sentarse en el 
suelo con ellos a trabajar o jugar de 
manera dirigida. Quizás para aquellos 
que olvidaron esos momentos de su 
vida, ya sea porque no lo experimen-
taron o no lo dimensionan desde el 
punto de vista de cada niño, será difí-
cil comprender la inclusión. Pero para 
aquellos que comprenden detalles 
como ser una persona temporalmen-
te de escasa altura y que alguien mu-
cho más alto se coloque a su misma