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Conversa

mayor tasa desempleo y baja escolaridad que las personas 
sin discapacidad. Son los más pobres de los pobres, e incluso 
se presentan grandes desventajas entre las mismas personas 
con discapacidad (p. xxi).

Este panorama ha empezado a visibilizarse y ha motivado 
a las mismas personas con discapacidad a buscar mejores 
oportunidades, ser escuchadas y sobre todo velar porque se 
respeten sus derechos. En el año 2006, Naciones Unidas (NN. 
UU. u ONU) aprueba la Convención sobre los Derechos de 
las Personas con Discapacidad, que empieza a hacer algunos 
cambios conceptuales sobre la temática. La Convención 
reconoce que discapacidad es:

(…) un concepto que evoluciona y que resulta de la 
interacción entre las personas con deficiencias y las 
barreras debido a la actitud y al entorno que evitan su 
participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad 
de condiciones con las demás (p. 1)

2

Es decir, la discapacidad no está en la persona, sino en todo 
aquello que le impide incluirse y ser parte de la sociedad. La 
Convención motiva a construir desde el derecho y no desde 
la caridad o la lástima. Esto constituye un giro muy grande 
en la ruta hacia la igualdad de oportunidades, entre ellas, la 
oportunidad de trabajar. 

Participar de la vida laboral es un imperativo para todas las 
personas en edad de hacerlo; pues es una de las principales 
vías de satisfacción personal e inclusión social a las que todos 
tienen derecho, independiente de su condición. Al tener 
un empleo la persona puede optar a mejores condiciones 
laborales y a escoger su trabajo, según su área de interés.

2

 Véase Preámbulo, en la Convención sobre los Derechos de las Personas 

con Discapacidad. Recuperado de http://www.un.org/disabilities/

documents/convention/convoptprot-s.pdf