Se debe considerar además el tipo de alimento en el que se
encuentra el edulcorante artificial. En las bebidas gaseosas, su
contenido de azúcar y calorías es reducido, pero estas siguen siendo
perjudiciales para la salud debido a que los ácidos que la conforman
tienen efectos dañinos sobre huesos, riñones, intestino, entre otros
(Silva y Durán, 2014). En los alimentos sólidos ocurre que, para
mejorar las características organolépticas, estos productos suelen
tener mayor contenido de grasa, lo que a largo plazo promueve
la ganancia de peso. Además, como no se percibe el estímulo de
saciedad, se consume más de la porción recomendada (Cernuda y
Fernández, 2016; Davis et al., 2018).
CONCLUSIÓN
En diversos estudios se relaciona que el consumo deliberado de
alimentos endulzados con edulcorantes artificiales no calóricos
provoca un riesgo igual o mayor en padecer enfermedades crónicas
no transmisibles. Esto debido a que nuestro cerebro y otros órganos
no asimilan el estímulo de dichos aditivos, y no se produce una
sensación de satisfacción al consumir los productos. En muchos
casos, se provoca preferencia y tolerancia a los alimentos dulces,
ingiriendo grandes cantidades de los mismos con este sabor. Se
toma en cuenta, además, que en la composición de los alimentos no
solo influye el contenido de azúcar o valor energético, sino también
influyen aspectos como los ácidos en el caso de las bebidas, y
la grasa en alimentos sólidos que también inducen daños a la
salud. Adicionalmente, algunas personas al pensar que son más
«saludables», consumen porciones mayores a las recomendadas.
El consumo con moderación de estos productos para el control
de peso puede incorporarse siempre tomando en cuenta que
es necesario tener una alimentación saludable, de preferencia
escogiendo alimentos naturales y no procesados para evitar el
consumo de sustancias que a largo plazo pueden ser perjudiciales
para la salud.
Bienestar Landivariano
20