por medio de las bebidas, las cuales actualmente son muy cotizadas 

en el mercado por el consumidor como la opción «saludable» en 

sus presentaciones zero o light. Existen además otros alimentos 

endulzados con estos edulcorantes, como los productos lácteos, 

galletas o productos de panadería, gelatinas y otros alimentos light

asimismo, se utilizan en casa comúnmente para endulzar bebidas. 

Aunque la idea principal de sustituir el azúcar por una opción 

que no ofrece el aporte en carbohidratos ni calorías pareciera ser 

adecuada, en la mayoría de los casos se abusa de su consumo y 

no se obtienen resultados beneficiosos a largo plazo (Cernuda y 

Fernández, 2016; Gómez, 2017).

Por este motivo se ha estudiado los efectos que tiene el consumo 

de los edulcorantes artificiales, y cómo mediante diversos 

mecanismos modifican el metabolismo, dando como resultado 

un riesgo igual o mayor de padecer enfermedades crónicas no 

transmisibles y otros padecimientos. En primer lugar se puede 

mencionar que, según las investigaciones en la revisión de Gómez 

(2017), la exposición frecuente de los alimentos endulzados con 

estos aditivos provoca que se alteren las preferencias y la tolerancia 

por los alimentos dulces. El poder edulcorante de estos aditivos 

es entre treinta a seiscientos cincuenta veces mayor que el del 

azúcar, por lo que su continuo consumo provoca que la persona no 

detecte de forma real el grado de dulzura, y su tolerancia sea cada 

vez mayor a estos alimentos. Como consecuencia, el consumidor 

ingiere una gran cantidad de alimentos dulces para compensar 

esa deficiencia que siente en el sabor. A partir de ello se puede 

decir que además de crear una fuerte adicción por lo dulce, estas 

sustancias contribuyen a la incidencia de obesidad  (Gómez, 2017; 

Serra et al., 2018).

Bienestar Landivariano

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